4. Omphalos de nuestro recorrido


Monumento a Miguel Servet. Escultora: Dionisio Lasuen.

El paseo de la Independencia, principal arteria del ensanche zaragozano durante el siglo XIX, ya no tiene teatros, pero los hubo muy importantes, y también establecimientos que fueron epicentro de los círculos literarios y periodísticos como el café Suizo o el café Ambos Mundos –inaugurado en 1881 y conocido como el más grande de Europa en su momento–. Allí sigue estando la sede central del diario Heraldo de Aragón, que tuvo la iniciativa de dejar en la Plaza de Aragón perenne homenaje monumental a algunas plumas ilustres zaragozanas. El primero, en 1921, fue el Monumento a Mariano de Cavia por José Bueno, que supo retratar la personalidad del periodista más famoso en el Madrid de su tiempo. El segundo, en 1928, fue el Monumento a Marcos Zapata realizado por Félix Burriel al poco de su regreso de París, un retrato austero, de líneas sencillas, reflejando los rasgos más característicos del poeta y dramaturgo. Le siguió en 1935 el Monumento a Fernando Soteras, obra de José Bueno, amigo personal del periodista de La Crónica, el Diario de Avisos y Heraldo de Aragón. Y este estupendo conjunto monumental se concluyó con el Monumento a Julio Monreal, promovido por el catedrático de la Universidad de Zaragoza Juan Moneva Pujol desde 1928, aunque no se hizo realidad hasta 1944, ejecutado por Félix Burriel Burriel con un estilo menos esbozado, más realista y tradicional.

Esos cuatro retratos de busto han marcado en esta ciudad el modelo monumental más emulado para honrar públicamente a intelectuales; pero hay otro conjunto cercano de cuatro grandes estatuas de cuerpo entero representativas del paradigma decimonónico supremo para honrar públicamente la imagen del sabio. Ante la Fachada de la Antigua Facultad de Medicina y Ciencias, que tantas veces se ha comparado arquitectónicamente con la Biblioteca Nacional de Madrid, encontramos también como allí magníficos retratos sedentes, en este caso de Andrés Piquer, Miguel Servet, Ignacio Jordán de Asso y Fausto de Elhuyar. El más popular es sin duda el de Servet, obra de Dionisio Lasuén de la que se ha erigido una réplica en la plaza mayor de Villanueva de Sijena, localidad natal del científico y teólogo del siglo XVI, que en las calles de Zaragoza tiene otros dos retratos muy distintos: la estatua igualmente sentada del Monumento a Miguel Servet ante el hospital homónimo y el rostro de perfil del bajorrelieve detrás de la Fuente-Escultura a Miguel Servet ubicada al comienzo de la calle que lleva su nombre.