7. Plaza de los Sitios

Cruzando por la calle Mefisto, desembocamos en la Plaza de los Sitios, anteriormente de Castelar y más tarde de José Antonio. Ocupada por la huerta de Santa Engracia antes de su urbanización con motivo de la Exposición Hispano-Francesa, se convirtió en escenario de excepción de esta muestra. En primer lugar localizamos a la derecha la fachada del Museo de Zaragoza, edificio construido para la mencionada ocasión. De ella interesan las efigies de personajes relacionadas con la cultura y las artes regionales, nacionales e incluso del ámbito internacional, que se despliegan en los medallones del cuerpo superior y que rodean todo el edificio. No indican que haya obras de los representados en el interior, sino que, más bien, suponían un modesto homenaje a influyentes personalidades del arte, una tendencia extendida en la época por la que se disponían retratos de artistas destacados a la puerta de las pinacotecas. Igualmente, junto a la entrada, se halla el busto de Segismundo Moret, que anteriormente se encontraba en el patio del museo, al igual que hoy en día se dispone el de Goya, obra de Félix Burriel. Ambos responden a la tipología más habitual y anteriormente referida de busto de bronce sobre pedestal prismático de piedra. El busto de Moret se trasladó a la plaza en 1935.

Otro ejemplo de la inclusión de las efigies de personajes de la cultura aragonesa en la decoración escultórica aplicada a la arquitectura, a modo de homenaje, lo encontramos en la fachada del Grupo Escolar Gascón y Marín, situado en el chaflán de la misma plaza formado por las calles Balmes y Sancho y Gil. Siguiendo el modelo desarrollado años antes en la Facultad de Medicina y Ciencias y en el propio Museo ya mencionado, se inserta una galería de personalidades célebres de muy diversa naturaleza, algunos de ellos relacionados con el carácter pedagógico del edificio.

Sin embargo, reclama nuestra atención el Monumento a los Sitios, que se yergue majestuoso en el centro de la plaza. La segunda obra de Agustín Querol en Zaragoza supone una magnífica muestra del Modernismo aplicado a la escultura conmemorativa y requiere que la rodeemos para descubrir cada uno de los detalles y expresiones de los personajes representados. A pesar de conmemorar unos acontecimientos terriblemente cruentos y de consecuencias devastadoras, no interesaba tanto enfatizar el elevado número de víctimas o la destrucción sufrida por la ciudad, sino la heroicidad y el arrojo demostrados por los zaragozanos. Igualmente, Querol optó por la globalización del recuerdo, de manera que todos se sintieran identificados. Por ello, aunque aparecen figuras destacadas que pasaron a la historia, como Palafox o Agustina de Aragón, la atención no se centra exclusivamente en ellos, sino que aparecen compartiendo protagonismo con otras anónimas, hombres y mujeres, que lucharon igualmente por la defensa de su ciudad. Con esa intención, Querol incluyó la narración de varios episodios célebres sucedidos durante los asedios en tres de sus frentes.