6. De la Plaza de España a la del Pilar

Desde la Plaza de España nos adentramos en el Casco Histórico de la ciudad, conocido como Tubo. En él no falta el agua en las numerosas plazas acondicionadas para el disfrute de la calle por parte de los ciudadanos a lo largo de las décadas de los ochenta y los noventa del siglo XX. Así, en la plaza Sas encontramos el módulo de agua (1989) de Manuel Arcón, quien rompió aquí con los prototipos tradicionales, pues el cuerpo de la fuente, realizado en mármol de Markina, es una figura cúbica que ha sido fragmentada y vaciada en una variedad de planos verticales y horizontales de filiación constructivista. Más aparentemente realista es el Muchacho sentado mirando la Torre Nueva, (1991) que en la plaza de San Felipe instaló en bronce el escultor Santiago Gimeno como complemento a un Memorial ya eliminado y a una fuentecilla lateral; pero si nos fijamos bien veremos también muchos detalles postmodernos, como las hojas y el fango que evocan cómo en torno a aquella famosa torre mudéjar se formaba un gran charco, representado en el suelo por un amplio redondel, donde tiene sus pies metido el joven de bronce. Luego, en otra placita, delante de la iglesia de Santa Isabel, o San Cayetano, se encuentra la encantadora Fuente de la Samaritana, (1863) una escultura realizada en hierro fundido. La hermosa samaritana presenta un estilo clasicista, versión cristianizada de la pagana ninfa, que vierte su ánfora sobre un vaso de piedra negra.

 

Un punto nodal en este recorrido, por su abundancia de fuentes y monumentos con agua, es la plaza del Pilar, donde se localizan la fuente de la Hispanidad (1992), el Monumento Homenaje a Goya (1960-1992), y las populares fuentes de los niños con peces (1975). Estas últimas, donde se refrescan los numerosos turistas y las palomas que frecuentan la plaza, son de algún modo herederas de una larga tradición religiosa que relaciona el agua con la purificación, tanto en la religión islámica que prescribe realizar abluciones antes de entrar a un recinto sagrado, como en la cultura católica, desde los tiempos de las primeras basílicas cristianas. Otra fuente encontramos al oeste de la Plaza, en la entrada al Museo del Foro, delante de la Catedral de La Seo, antigua mezquita de la ciudad. Y detrás del edificio de La Lonja, en el paseo de Echegaray y Caballero, donde vemos el Monumento a Lorenzo Pardo y Fuentes (1955) primer director de la Confederación Hidrográfica del Ebro, por lo que apropiadamente su autora, Dolores Franco Secorum, optó por una escultura-fuente. Tras el retrato de busto sobre un pedestal hay un monolito de mármol sobre el que resbala una lámina de agua que es recogida en un pequeño estanque que rodea el monumento.