2. Del paseo de los Plátanos al jardín del Cupresal y de la Rosaleda

Volviendo al paseo de los Plátanos y dejando atrás el Jardín Botánico y la calle de Isabel Zapata, a mano derecha se localiza el monumento al Doctor Félix Cerrada (1857-1928). La obra no pasa inadvertida debido a su individualizado emplazamiento, un espacio semicircular en el que solo se dispone el monumento rodeado de un pequeño jardincillo adornado con coloridas flores, conjunto que puede ser admirado desde el paseo de los Plátanos. Félix Cerrada nació en Hernani (Guipúzcoa), aunque gran parte de su vida vivió en Zaragoza, llegando a ser alcalde de la misma entre 1905-1906. Fue médico, catedrático de la Facultad de Medicina y político. Zaragoza le rindió homenaje con esta obra de Pascual Salaberri Palacio por su atención, entre otras cuestiones, a la mejora de la higiene y salubridad de la ciudad. Iconográficamente destaca la incorporación de una figura mitológica, el centauro Kirón, junto al busto del Doctor Cerrada que trata de reflejar tanto su personalidad como su profesión. Desde el punto de vista formal, es una composición equilibrada, tradicional y de gran sencillez.

Continuando por el paseo, en la margen izquierda, también en un espacio individualizado, se encuentra el busto de Eusebio Blasco Soler (1844-1903) del escultor Enrique Anel Muniesa, es uno de los primer bustos que visitamos, junto con el anterior, de una gran nómina de ellos emplazados en el parque. Y es que, el encargo de bustos conmemorativos ha sido una práctica muy arraigada desde el ámbito de la oficialidad local, como apreciaremos en este recorrido. Estos monumentos tratan, en su mayoría, de resaltan las facciones del representado, aunque también encontramos otros ejemplos enriquecidos con formas y elementos que nos rememoran sus acciones. Es el atractivo del entorno lo que confiere un carácter pintoresco a estos monumentos. En este caso, es una obra que conmemora al fructífero dramaturgo y comediógrafo aragonés Eusebio Blasco de manera fidedigna y detallada, siguiendo el carácter realista de los retratos oficiales. Su rostro se configura a partir de formas suaves y redondeadas, en el que destaca el prominente bulto del bigote. Fue inaugurado en Octubre de 1928 y tras desaparecer en 1932, se colocó otro busto de formas más simplificadas.

Del paseo de los Plátanos, nos introducimos en el jardín del Cupresal, de una extensión de 3000 m2, compuesto por cipreses que se organizan a ambos lados en torno a plazoletas y caminos. Es un espacio intimista y de gran encanto surcado por sinuosos senderos que crean un diseño de gran interés paisajista, en el que combina las formas geométricas del jardín clásico y la espontaneidad del jardín paisajista, es la espesura y el orden, con un predominio de la naturalidad. Este diseño crea un contraste deliberado, característico de los jardines y parques europeos del siglo XIX.

Entre el espesor de la arboleda y el jardín, se hallan salpicados tres monumentos conmemorativos, aunque hasta no hace mucho tiempo, también se encontraba el dedicado al jardinero municipal Fernando Gracia Gazulla (1880-1942), encargado de crear los jardines y parques de la ciudad durante la primera mitad del XX, una obra del artista Francisco Bretón. El sendero principal nos conduce a una pequeña plazoleta rodeada del altos pinos, en la podemos observar uno de los monumentos con más encanto del parque y que rinde homenaje al escritor Rubén Darío, realizado por Ángel Orensanz en 1967. Sobre una roca tapizada parcialmente por una enredadera, emerge el cuerpo de un niño que se extiende para atrapar una estrella, es una alegoría de la poesía. Los rasgos son apasionados, expresivos y dinámicos, con un especial énfasis en la textura, que parece imitar a la propia roca. Es un lugar muy especial por el ambiente romántico y bucólico que se crea en torno a este monumento, el cuál se compenetra a la perfección con su entorno natural.

Junto a al jardín de Cupresal, se sitúa el amplio Jardín de la Roselada, siguiendo la manera de los jardines clásicos de rosas europeos, en el que se introducen glorietas, pérgolas para los rosales y otros elementos ornamentales de corte romántico. En su interior se encuentra el monumento al escritor y alcalde de Huesca, Luís López de Allué (1861-1928) del escultor Ramón Acín, inaugurado en el año 1930, una obra que también puede ser admirada desde el paseo de los Plátanos. La propia concepción del monumento invita al espectador a disfrutar apaciguadamente del entorno, puesto que se compone de dos bancos para la lectura y la contemplación, unidos por dos prismas y una estela donde se incorpora el relieve del representado. La finalidad de este monumento no es meramente estética, sino también práctica. Junto a este podemos apreciar una intervención artística ejecutada in situ en mayo de 2014, "Catharsis", del artista binefarense Mario Molins. Recoge la memoria del árbol primitivo, un ciprés portugués, al mismo tiempo que le otorga una nueva etapa vital, artística y poética.