Las cuestiones que afectan a la salud de la población en general y a las condiciones de salubridad de la ciudad han preocupado siempre, al igual que la atención a los enfermos, tal y como se refleja en la documentación conservada en el Archivo, la Biblioteca y la Hemeroteca.
La higiene
En la Edad Media y Moderna las calles de las ciudades eran estrechas y poco limpias, la mayoría sin pavimentar, recorridas por acequias que se usaban para verter las aguas de desecho; La causa mas común de muerte en la población desde la Edad Media eran las enfermedades infecto-contagiosas, propiciadas por las condiciones de vida de la población, el hacinamiento, la falta de alcantarillado, la convivencia con animales y con establecimientos insalubres. En el siglo XIX, especialmente en su segunda mitad, los avances científicos y el desarrollo social permiten intervenir con mas fuerza en la prevención de las enfermedades.
La alimentación y la salud, los mercados y abastos
La regulación y vigilancia de la venta de alimentos no se limitaba a la lucha contra el fraude en el peso o en la calidad; una parte muy importante consistía en las medidas de control de las condiciones higiénicas de esa venta en los mercados, por su relación con la salud de la población. En Zaragoza desde la Edad Media el mercado estuvo instalado al aire libre en la misma zona donde se construiría el nuevo Mercado de Lanuza, más conocido como Mercado Central, en 1903. El mercado de pescados estuvo en la Plaza de la Libertad, hoy Plaza de Santo Domingo y se trasladó en 1960 a la Avenida de Navarra, donde se ubica el Centro Cívico Delicias. La creación de Mercazaragoza, en un largo proceso que comenzó en 1968, vino a sustituir al antiguo matadero y centralizó la venta mayorista de la ciudad.
Las epidemias
Los lazaretos : Para prevenir la propagación de las epidemias y para aislar a los enfermos se crearon los lazaretos. En ellos se recluía a aquellas personas sospechosas de transmisión y se les sometía a una cuarentena, sin distinción de clase social.
En Montemuzo
Pregones (1409-1666)
Oid que vos facen a saber de parte de los señores jurados de la ciudad de Zaragoza... Así empiezan todos los pregones que los jurados de la ciudad, como miembros del Concejo, ordenan leer en voz alta en determinados lugares públicos. Reflejan perfectamente cómo era la vida de la ciudad en esos siglos, pues aluden a cuestiones cotidianas, ya que se utilizan para avisar a la población de aquellos asuntos que le afectan y que debe conocer, desde las fiestas y procesiones hasta las prohibiciones y las obligaciones, y también para dar cuenta de acontecimientos importantes.