La Muralla y los Torreones


CRONOLOGÍA

Fue construida durante el segundo priorato del padre Antonio Gascón (1686-94).

FUNCIÓN

El límite de un recinto sagrado

Todo conjunto cartujano se separa de mundo exterior por medio de una cerca o muralla, que además de tener una función práctica, como es delimitar, aislar y proteger el espacio privado de la comunidad monástica, posee también una función religiosa: establecer el límite del recinto sagrado de clausura.

El único punto de conexión entre el recinto y el mundo exterior era la portería, donde habitaba el hermano portero, que controlaba férreamente la entrada al espacio cartujano y dispensaba desde allí limosnas a los pobres.

DESCRIPCIÓN

Edificada en ladrillo, la muralla conformaba un gran rectángulo de eje mayor Norte-Sur. Los lienzos eran lisos y sin ninguna ornamentación. Los torreoncillos eran ligeramente más altos y del mismo material. Se cubrían con tejado cónico ligeramente cóncavo y bajo cuyo alero corría un friso de esquinillas como único elemento ornamental.

Presentaba un total de 29 torreones de planta ultrasemicircular que tenía la misión de amenizar estéticamente la lisura del muro y reforzar su estabilidad. Tales torreones además pudieron servir como espacios de almacenaje, aunque Zapater y Gómez que visitó la Cartuja en 1846 dice que en los cubos murales existían capillas.

La altura de la muralla se sitúa aproximadamente en 3,60 metros, medida sobre los restos actuales mejor conservados, y el perímetro del recinto es de 1.320 metros.

ESTADO ACTUAL

Bastante transformada debido a los sucesivos añadidos por particulares, no obstante se conserva en lo esencial en algunos tramos. Los lados Norte y Este son donde se sitúan los restos en mejor estado. En algunas partes sirvieron como muros para edificar casas. Y hay torreones que están ocupados hoy por viviendas.

CURIOSIDAD

La existencia de la muralla permitió que el monasterio fuera parte activa en diversas contiendas bélicas. En 1840, tras vencer Espartero a Cabrera en Morella en la primera guerra carlista, los prisioneros son llevados a Zaragoza y son recluidos en la Cartuja “para evitar algún contagio que pudiera originarse si tanta miseria se domiciliara dentro de la capital”.

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