Recorrido a Orillas del Ebro

6. Del Puente de Santiago al Puente de Piedra

Al otro lado de la Avenida de los Pirineos, al principio del Parque de Macanaz, se han conservado, en el centro de un banco corrido circular de unos 4 metros de diámetro, dos piedras con sendas argollas de hierro para atar caballerías o ganado, que recuerdan cómo en otras épocas estos sotos naturales junto al Ebro solían ser utilizados para llevar a abrevar animales, tal como puede verse en muchos grabados y cuadros costumbristas del siglo XIX y principios del XX

Fue famosa históricamente la Arboleda de Macanaz entre otras razones porque sirvió de cementerio masivo a muchos que murieron durante los Sitios de Zaragoza y luego porque aquí comenzó la tradición de celebrar con una merienda campestre la "cincomarzada", fiesta popular en recuerdo de la fallida invasión carlista de Zaragoza que tuvo lugar el 5 de marzo de 1838. Hace años que esta convocatoria ha emigrado a otros emplazamientos, pero en memoria de los cantes y bailes populares que tanto han animado este paraje, se alza aquí -justo frente a la basílica del Pilar, mentada en muchas jotas- una interesante obra en bronce del escultor Manuel López encargada como monumento póstumo por la peña el Cachirulo: el busto de Demetrio Galán Bergua, ilustre impulsor y estudioso de nuestro folklore. Por una rampa subimos luego a la Avenida de Cataluña, donde podemos divisar a lo lejos la fuente del Dragón emergente, un irónico homenaje del escultor Carlos Ochoa a este animal de la heráldica y la tradición aragonesas.

Por cierto, hablando de animales y de folklore, dice una jota popular que tenía cuatro leones el Puente de Piedra, que aún pueden verse en fotos históricas; pero fueron eliminados en las reformas de ampliación de los pretiles realizadas en 1908, así que durante casi todo el siglo XX dicho puente no lució más adorno monumental que la cruz en memoria de Basilio Boggiero, Santiago de Sas y el barón de Warsage. Afortunadamente, desde 1991 hay cuatro leones nuevos que son ya de bronce -y no tumbados sino erguidos-, obra del escultor aragonés Francisco Rallo Lahoz colocados sobre altísimos pedestales a ambos lados del puente más antiguo de Zaragoza. Se han convertido en uno de los elementos más emblemáticos del arte público zaragozano, sobre todo porque en la primavera de 2006, con motivo del 25º aniversario de la apertura de El Corte Inglés en la ciudad, ésta empresa patrocinó la realización de 25 copias en poliéster que fueron pintadas por otros tantos artistas contemporáneos: figuraron entonces en una exposición temporal en los porches del Paseo Independencia, pero los veinte que fueron donados al Ayuntamiento han sido depositados en diferentes edificios municipales o de otras instituciones.