5. Del Gancho a la Pasarela de Manterola


Monumento a Agustina Zaragoza. Escultor: Mariano Benlliure.

Curiosamente, el comienzo y el final de esta parte del itinerario están marcados por esculturas de ranas, un animal muy recurrente en la estatuaria monumental, siendo ejemplos españoles muy conocidos la ranita de piedra que adorna la fachada de la Universidad de Salamanca o las de bronce que sirven de surtidores en fuentes públicas de Albacete, Barcelona y Sevilla. De hecho, cualquier catálogo comercial de mobiliario ornamental para jardín suele incluir variados prototipos de estatuillas de algún batracio por cuya boca sale un chorro de agua. Así lo hacían en Fundiciones Averly, cuyo modelo escultórico de rana para surtidor de fuente escogieron como divertido acompañante de la estatua del emperador Augusto los promotores de la Alegoría de la Puerta de la Paz, una ambiciosa obra pública diseñada por Juan Antonio Martín Trenor con cuatro arcos que llevaban los distintos nombres que históricamente ha tenido nuestra ciudad; pero fueron ominosamente demolidos en 2013 quedando solas la estatua regalada por Mussolini y la rana, un socarrón adorno postmoderno que sin el marco arquitectónico queda ahora descontextualizado.

También van cayendo bajo la piqueta o se conservan mal y en estado fragmentario algunos murales del festival Asalto en el barrio de El Gancho, entre ellos algunos con temas vegetales o animales, como los de las calles Boggiero y Broqueleros; mejor se mantienen los del Patio de las Armas y su entorno, en los que también hay representados árboles, pajarillos u otros seres vivos más o menos realistas o fantásticos. Gracias a ellos el paseo merece la pena, y aún podríamos desviarnos hasta la calle Pablo Sarasate a ver el imaginativo mural de Isaac Mahow presidido por la figura colorista de un tigre, en un solar habilitado como parque ciudadano en la esquena con la calle Navas de Tolosa, que quedan relativamente cerca de El Portillo, donde están el Monumento a Agustina Zaragoza de Benlliure, que representó al águila imperial napoleónica dominada por el león rampante zaragozano, y al lado la plaza de toros, cuya portada está decorada con cabezas de toro. Pero quienes prefieran ahorrarse ese rodeo pueden ir directamente al Puente de la Almozara, donde encontrarán antes de cruzar el Ebro la escultura Quetzal, una evocación abstracta que Antonio Santoja hizo del pájaro americano de ese nombre. Y al otro lado seguiremos el rastro de las Ranillas de Arrudi, unas graciosas esculturillas de bronce esparcidas desde el puente de la Almozara hasta la pasarela del Voluntariado.