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Sergio Guillén

En la fantasía, la curiosidad sirve como motor para crear mundos inexplorados, con criaturas de lo más inimaginables. Gracias a la curiosidad, los/as autores/as no solo perfilan criaturas aladas o marinas, sino que también crean tramas intrincadas, llevan su imaginación al límite e incluso inventan reinos llenos de peligros o bien, repletos de magia y belleza.

¿Y si hubiera serpientes voladoras? ¿Y si tres jóvenes salvaran un mundo más allá del nuestro? Estas preguntas se las podría haber planteado la Laura Gallego de hace 20 años, cuando empezó a escribir las primeras líneas de su exitosa saga Memorias de Idhún. Sin su curiosidad, sin los «¿y si…?», probablemente sus historias no serían como las que leemos hoy en día. Por ello, la curiosidad nos sirve como motor para crear grandes historias de fantasía con viajes extraordinarios, personajes heroicos y acciones que desafían las reglas.

Probablemente, uno de los aspectos más atractivos de la escritura fantástica es la libertad que ofrece para explorar lo desconocido. Gracias a su curiosidad, el/la escritor/a investiga mitos y leyendas, se sumerge en la historia y la cultura y, además, explora las profundidades de su imaginación. Así pues, cada una de las preguntas que no tienen una respuesta concreta se transforma en una puerta a un reino atiborrado de posibilidades; lo único que ha de hacer es abrirla y explorar qué hay tras ella.

La curiosidad es también la fuerza impulsora detrás de la creación de personajes memorables en la fantasía, como pueden ser los arquetipos de la princesa que se torna en guerrera, el príncipe envalentonado, el bastardo que ansía poder o cualquier otro que entre en el entramado y que sirva para accionar o condicionar el conflicto. Normalmente, su aspecto más curioso les lleva a embarcarse en viajes llenos de aventura, asumir desafíos utópicos y conocer la verdad que ignoraban al comenzar su viaje.

En el epicentro de toda historia de fantasía hay un misterio sin resolver que impulsa, de esta manera, a personajes y lectores hacia adelante. En las historias, y siempre guiados por su curiosidad, los/as protagonistas llegan hasta los peligros a los que han de enfrentarse para obtener respuestas. Entre ejemplos de aventuras, podemos encontrar la lucha contra un espíritu maligno, la búsqueda de un tesoro ancestral o bien el mantener el equilibrio entre el bien y el mal.

Pero no, la curiosidad no solo determina la trama de una historia de fantasía. También influye en la estructura y estilo de la misma. Un siglo atrás, los/as escritores/as innovaban gracias a las vanguardias artísticas; Miguel Delibes, por ejemplo, escribió Los santos inocentes experimentando con las formas de puntuación, mientras que en la poesía comenzó a optarse por imágenes o la rima libre. En lo que a la fantasía se refiere, por ejemplo, puede incluirse la segunda persona para crear un efecto de mayor sumergimiento para los lectores, o bien jugar con el ritmo de las frases en las escenas más altas. Pero normalmente la curiosidad los lleva a explotar técnicas de escritura, cuestionar convenciones establecidas para buscar algo interesante y, finalmente, jugar con la voz y el tono.

Además, también abre la puerta a explorar temas profundos y significativos en la imaginación. La curiosidad lleva a los escritores a cuestionar el mundo que los rodea y buscar, así, respuestas en los lugares más inesperados.

No se puede olvidar que la curiosidad es, en resumidas cuentas, el corazón y el alma de la escritura fantástica. Impulsa a los/as autores/as a crear historias que perduran en la mente y el corazón de los/as lectores/as, explorar lo desconocido y también traspasar los límites de la imaginación. En un género como es la fantasía, donde todo es posible, la curiosidad es la brújula que guía al escritor en su viaje a mundos mágicos y peligrosos, pero también maravillosos.