Info Joven

Carlos Soriano

Bella y Bestia, Carrie y Mr. Big de Sexo en Nueva York, Blair y Chuck de Gossip Girl, H y Baby de Tres metros sobre el cielo; todas estas relaciones míticas de la televisión y de nuestra infancia o adolescencia nos han bombardeado con estereotipos y concesiones sobre lo que es el amor y las relaciones un tanto irreales. De una forma algo subliminal, hemos ido adquiriendo y normalizando una serie de actitudes en torno a la idea del amor. Creándonos en la cabeza una idea muy clara de lo que "debe" ser una relación, de lo que es amar.

Los mitos que rodean al amor romántico son muchos: el mito de la media naranja, mito de la equivalencia (amor y enamoramiento se conciben como lo mismo), la convicción de que los celos demuestran amor, la necesidad de tener pareja para sentirse pleno, y un sinfín de ideas más que desarrollan una concepción irreal de lo que es el amor.

Muchas personas hemos escuchado a lo largo de nuestra vida esa mítica frase que dice… "El amor lo puede todo". Una idea que puede resultar inofensiva a simple vista pero con un fondo un tanto oscuro. Esta idea es algo que nos inculcan prácticamente desde que nacemos, en la literatura, en el cine, en las historias que nos cuentan nuestros seres queridos. Un ideal de amor incondicional, perfecto y para toda la vida que supera cualquier obstáculo o problema.

El amor romántico es un producto social heteronormativo. Sin embargo, las historias LGBT también se ven afectadas por los cánones y estereotipos amorosos heterosexuales. Bien es cierto que, hasta hace relativamente poco, este ideal de amor ha estado centrado en relaciones heteronormativas, silenciando las demás realidades de una parte muy amplia de la sociedad.

Esta idea idílica y novelesca del amor trae consigo muchas consecuencias y conductas tóxicas. Se crean una serie de niveles que hay que conseguir en una relación para que sea un "éxito", y si no cumples esos límites… has fallado, algo ha ido mal, "no ha servido para nada conocerle".

De esta forma nos encontramos ante una forma muy ordenada de vivir nuestras relaciones. Según lo que nos han enseñado sabemos (supuestamente) que debemos hacer, como nos debemos sentir, a quien debemos querer. Pero… ¿y si las cosas no son como "deben ser"?

Conocerse, enamorarse, salir, casarse, una casa, hijos, mascotas. ¿Y si tu relación no es así? ¿Y si te quedas en la primera fase, o en la tercera? ¿Has fracasado? La concepción de una ruptura como un fracaso es algo muy extendido. No se ve lógico conocer a alguien y "no llegar a nada" como si conociendo a una persona no estuvieras ya en algo. Esto ocurre por lo dicho anteriormente, hay una serie de pautas establecidas, una serie de niveles que debemos escalar en nuestras relaciones, y, si no los superas es un fracaso. Si no terminas siendo pareja de esa persona no ha pasado nada, si no os casáis no ha servido de nada. ¿Agotador no?

Por lo tanto, nada es un fracaso. Aun sin darnos cuenta, cada persona que pasa por nuestra vida, sea la relación del tipo que sea nos enseña algo, o nos deja una costumbre, nos descubre un grupo de música, nos hace ver una parte de nosotros mismos que no conocíamos. Cada persona está de una forma diferente en nuestras vidas y tenemos que aceptar que no hay una forma de amor universal, sino que hay un montón de ellas y también hay que descubrirlas.