El amor: qué cosa tan rara. Pero qué bonita forma de ver la vida.


Artículo publicado en el nº 4 de la revista Zaragoza Joven (diciembre de 2023).

Salud - Salud sexual

Es una de las tres cosas casi sin descubrir de la vida humana: el cerebro, las profundidades de los océanos del planeta y la forma de entender el amor. Lo más cerca que estamos de entenderlo es vivirlo, pero cuando te lo cuentan desde otra perspectiva, vuelves a hacerte preguntas. Lo que sí sabemos es que el amor es libre. Libre de prejuicios, libre de opiniones. Y por eso conocemos las diferentes formas de amar. ¿Cómo entiendes tú el amor?

Cuando pensamos en el amor, apelamos a un amor romántico, de pareja. Pero es una sola forma de amar de todas las que existen:

Amor romántico: Este es el tipo de amor que la mayoría de las películas y novelas románticas muestran. Incluye pasión, atracción física y una conexión emocional profunda entre dos o más personas, pues existen la monogamia y la poligamia. Muchas veces va de la mano con el amor incondicional, pero nunca apelando a la toxicidad.

Amor fraternal: Es el amor entre hermanos/as o amigos/as cercanos/as. Se basa en el afecto, la lealtad, el apoyo mutuo y la conexión que se desarrolla con el tiempo. Un tipo de amor que muchos/as sentimos y no reconocemos.

Amor familiar: El amor entre miembros de la familia, como el amor de padres hacia sus hijos, entre hermanos/as, abuelos/as, tíos/as, primos/as, etc. Este amor puede variar en intensidad, pero a menudo está arraigado en el cuidado, el apoyo y la historia compartida.

Amor propio: Es esencial. Consiste en tener un profundo respeto, aceptación y cuidado por uno/a mismo/a. Se trata de cuidar tu bienestar emocional, mental y físico.

Amor platónico: Un amor que es más espiritual o intelectual que físico. A menudo se da entre amigos/as cercanos y se basa en la conexión emocional y mental, sin llegar a ser romántico.

Amor altruista: Es el amor que se manifiesta a través de acciones desinteresadas hacia otras personas por un bien común.

El amor del que solemos hablar y que nos vuelca el corazón dentro de una montaña rusa es el romántico. Un concepto del que nos nutrimos en la sociedad de a pie e incluso cultural e históricamente, y está, normalmente, ligado a la monogamia: una relación de dos, de mutuo acuerdo y que no acepta relaciones sexuales ni afectivas con otros/as.

Pero, al igual que la historia evoluciona y nosotros/as con ella, la monogamia no es la única manera de entender el amor.

¿Te suena el término queer? Para entender qué es la denominación queer, tenemos que hablar de identidades y orientaciones sexuales fuera del espectro heterosexual y cisgénero, ya que la comunidad LGTBIQ+ se reapropió de este término, que ahora es una forma más de entender la realidad.

 

La monogamia es, según Silberio Sáez, de AMALTEA, un constructo de amor romántico que hemos visto a través de la historia. El amor es personal: una vía de relacionarse con otras personas de forma afectiva. Y, como muchos autores escriben, las puertas hacia nuevas corrientes del amor están abiertas.

El poliamor es una de ellas: la relación íntima que implica tener, simultáneamente, múltiples relaciones consensuadas y éticas con la plena y libre aceptación de todas las personas involucradas. En lugar de la monogamia tradicional, donde existe una relación exclusiva entre dos personas, el poliamor reconoce la posibilidad de establecer conexiones románticas, emocionales o sexuales con más de una persona de manera honesta y consensuada.

En el poliamor, el fundamento está en la comunicación abierta, la transparencia y el respeto. Establecer acuerdos claros entre todas las partes involucradas, con el objetivo de crear relaciones que funcionen para todos.

Estas relaciones pueden tomar diversas formas. Algunas personas practican el poliamor en relaciones en grupo (donde todas las personas están involucradas con todas), mientras que otras pueden tener múltiples relaciones individuales que pueden o no estar conectadas entre sí. También existen variaciones como el poliamor jerárquico, donde se establecen distintos niveles de compromiso o prioridad en las relaciones.

El poliamor requiere un alto nivel de honestidad y gestión emocional, a la vez que un profundo respeto por las necesidades y límites de todas las personas involucradas. La práctica del poliamor varía ampliamente de una persona o grupo a otro. Por eso, es clave el consentimiento libre y consciente, la comunicación honesta, la seguridad y salud sexuales.

Lo más importante es entender tu realidad comparada con la de los demás. Por eso, si una persona no está de acuerdo en ostentar una relación poliamorosa, la clave será el entendimiento y la aceptación de que no todos somos iguales.

Dentro de la monogamia o poligamia, existen las diferentes orientaciones sexuales con las que podemos reconocernos. Eso sí, no pasa nada por no querer etiquetas.

La diferencia entre la orientación sexual y la identidad sexual, es cómo amamos o quiénes somos. Las personas que se sienten atraídas por personas de un género diferente son heterosexuales; es la orientación establecida y que ha llevado a formar una fuerte comunidad LGTBIQ+ para reivindicar sus derechos y sentirse iguales a las personas que pueden tener una relación heterosexual sin problema.

Las personas que sienten atracción por personas del mismo género se denominan homosexuales: los términos sociales más extendidos son gay y lesbiana. También, puedes sentir atracción por los dos géneros, por lo que cabrían dentro del espectro bisexual.

¿Y si nunca encuentro una pareja con la que sentirme cómodo/a en todos los ámbitos? A menudo, relacionamos amor y sexo, pero no siempre van de la mano. ¿Has oído hablar de la asexualidad?

La asexualidad es una orientación sexual donde las personas experimentan una falta de atracción sexual hacia otras personas. Esto no significa que las personas asexuales no sean capaces de amar o de formar lazos emocionales, sino que no sienten una atracción sexual o un deseo de intimidad física con otros individuos.

Las personas asexuales pueden experimentar una gama muy amplia de emociones y relaciones. Algunas personas asexuales pueden sentir atracción romántica, emocional o estética hacia otros, pero la atracción sexual no está presente en sus experiencias.

La asexualidad es una identidad sexual válida y se encuentra en un aprendizaje y descubrimiento continuado, lo que significa que puede manifestarse de diferentes maneras en diferentes personas. Es importante reconocer y respetar la identidad asexual de las personas, así como comprender que la falta de atracción sexual no implica que carezcan de una vida emocional plena o que no puedan formar relaciones íntimas y significativas en otros aspectos. Lo importante es analizar y reconocer tu situación. No pasa nada si necesitas ayuda de un profesional, ellos/as están ahí para apoyarnos y garantizarnos un camino seguro y pleno hacia nuestra propia identidad.

No debemos equivocarnos con la la abstinencia sexual: La asexualidad es una orientación sexual, no una elección de abstenerse del sexo. Las personas asexuales no experimentan atracción sexual en primer lugar, mientras que las personas que eligen abstenerse del sexo sí sienten atracción sexual pero optan por no tener relaciones sexuales.

Además, igual que en las relaciones, existe una variedad en la experiencia asexual. Las personas asexuales pueden tener experiencias diversas. Es corriente experimentar atracción romántica o emocional y buscar relaciones románticas o de pareja sin interés en el sexo, o preferir relaciones platónicas o amistosas.

Y por supuesto, como el amor es propio y personal, la asexualidad también se encuentra en un espectro amplio. Algunas personas pueden ser asexuales en sentido estricto, mientras que otras pueden experimentar atracción sexual de forma ocasional o bajo ciertas circunstancias.

Tu orientación sexual e identidad de género pueden ser las mismas siempre, o cambiar de acuerdo a cómo te sientas a lo largo de tu vida. No tienes que elegir una sola etiqueta.

Lo fundamental es respetar y aceptar la identidad y orientación sexual de las personas asexuales. No es necesario que las personas asexuales se sientan obligadas a cambiar o "curarse" de su asexualidad, ya que es una parte válida de la diversidad humana. Y por ello, debemos recordar que la asexualidad no es un trastorno ni una disfunción sexual, y las personas asexuales pueden llevar vidas plenas y satisfactorias. Como en cualquier orientación sexual, es esencial que se respeten los deseos y las necesidades individuales, y que se promueva la comprensión y la aceptación de la asexualidad en la sociedad.

¿Cómo descubriste tu forma de amar?

Álex, 19 años.

Para mi entorno no hubo sorpresas. Sí que es verdad que muchas amigas "querían tener un amigo gay", pero para mí fue muy raro. Un día pensé: "¿Y sí no me gustan las chicas, qué?" Y estuve durante un mes analizándome. Tenía 13 años. Hasta que llegó el momento de reconocer que no me gustaban. Me costó un poco aceptarme a mí mismo, y me sentía mal; pero mis amigas me apoyaron y al final fue un alivio saber quién era porque me entendí mejor a mí mismo.

 

Paula, 23 años.

Yo pensaba que era algo que nos podía pasar a todos. Veía los personajes femeninos en las series de televisión y me llamaban mucho la atención. Lo guapas que eran, y lo "guays" que me parecían. Luego, veía a los protagonistas chicos y también me gustaban. Cuando fui creciendo, me pasaba lo mismo con las personas reales. Chicos o chicas, me preguntaba yo. Pues finalmente fueron los dos. No lo he dicho mucho a mi entorno, pero es algo que se sabe y nunca tuve que "salir del armario". Aunque mis relaciones han sido con hombres mayoritariamente, las mujeres también me gustan. Y así descubrí que era bisexual.

 

Víctor, 22 años.

Yo nunca he tenido que plantearme nada. No hubo un momento en el tuviese que pensar en qué me gustaba. Siempre me han atraído las mujeres, y nunca me he planteado si me gustaban los hombres.

 

Sandra, 24 años.

De pequeña, por mi entorno, no creía que existiesen más opciones que la heterosexualidad. Cuando salí de la burbuja, pude llegar a plantearme si las chicas también eran tan guapas como los chicos. Tuve algún pensamiento de atracción hacia ellas, pero nunca me he visto relacionándome con ellas a nivel romántico o sexual. Así que acepté que era heterosexual.


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