Irene Marqueta: "Cuando coso libero toda mi creatividad"


Artículo publicado en el número 6 de la revista Zaragoza Joven (junio de 2024).

Cultura
Elisa Navarro

Hay muchas formas de definir a Irene Marqueta (Torrijo de la Cañada, 1995). Una de ellas es ese espíritu inquieto que, ya de muy pequeña, le valió el sobrenombre de "coli" por parte de sus padres. Un colibrí que ahora es el logo de su marca, Vonlippe, llena de color y personalidad y que se ha colado ya en las pasarelas de Milán o París. Han pasado cinco años desde que esta joven diseñadora levantó su persiana en un coqueto estudio del barrio zaragozano de Delicias. Hoy descubrimos su taller y su maleta donde nunca falta una sudadera con capucha.

Foto: Alicia Llamas

Lo de la moda y tú… ¿fue amor a primera vista?

Ya desde muy pequeña me encantaba el mundo artístico. Mi madre siempre llevaba pinturas en el bolso y aprovechaba cualquier ocasión. Cuando llegó la época de elegir mi profesión, al contrario que mis compañeros, no quería estudiar ni Derecho ni Medicina… Acabé cursando el Grado Superior de Moda Hacer Creativo donde me enamoré del diseño. Y hasta hoy.

¿Qué es para ti coser?

La forma de expresar y liberar toda mi creatividad. Coser engloba elegir telas, pensar diseños, maneras de confeccionar…

¿Y qué es lo que más disfrutas?

De la parte de coser, la confección. También disfruto mucho el diseño porque es como un ritual. Cojo folios, lápiz y goma, me pongo música… Lo que menos me gusta es patronar porque es más técnico. Eso sí, si tienes un buen patrón, la prenda va a quedar bien seguro.

Este local, además de ser taller y tienda es también tu segunda casa…

Sí, meto muchas horas. Trabajo sola y soy un Juan Palomo. Me encargo de todo: desde diseñar, llevar las redes, atender a mis clientas… El emprendimiento es así. Me resulta difícil quitarme el trabajo de la cabeza. Hay veces que, incluso tomando algo por ahí, hablo de trabajo. Mis padres y mi novio son pilares fundamentales en mi carrera.

¿En qué momento tus diseños viajan de Zaragoza a Milán o París?

Solo llevaba un año con la marca y una chica de Zaragoza contactó conmigo porque le gusté en redes sociales. Me proponía desfilar en Milán y fue una sorpresa porque es algo que te esperas cuando llevas más tiempo. Al mes y medio de Milán, me llamaron para presentar mi colección en el Hotel Ritz de París.

¿Asusta pensar que te observan expertos en moda?

Tengo que confesar que fueron unos meses de mucho estrés y ansiedad. No conocí a las modelos hasta que fui allí y me resultaba difícil saber cómo le quedarían mis prendas a chicas que miden 1,85. Eso sí, aprendí muchísimo. En los desfiles la creación va un paso más. Es la ocasión para expresar toda la locura que tienes en la cabeza. Dar un poco de show y llamar la atención.

¿Ha marcado un antes y un después?

La gente piensa que el mundo artístico es la plástica del colegio. Al principio era: "mira qué majica cómo cose", pero "qué majica" no, soy una profesional. Después de Milán y París, me tomaron más en serio.

Tu línea más casual es una explosión de color...

Sí, siempre tengo colorines. En otoño, en general, solo te encuentras marrones, negros…tonos más pochos. Yo siempre aporto un toque de color. El que nunca falta es el naranja. Soy la pesada del naranja y la gente lo reconoce ya como el color de mi marca, igual que el colibrí.

¿Cómo ves desde dentro el mundo de la moda?

Por un lado, me encanta que haya gente con gustos muy dispares y que utilice los diseños para expresarse. Por otro, creo que muchas influencers que se dedican a la moda no lo hacen de forma responsable y promocionan marcas donde es sabido que las condiciones labores son cuestionables. A lo mejor no es necesario comprar ropa todas las semanas y si con 50€ puedes comprarte tropecientas prendas, quizá hay que preguntarse por qué.

¿De qué forma pones tu granito de arena?

Como diseñadora, la mayoría de mis prendas son de algodón y, a veces, rescato telas antiguas olvidadas en una bolsa, pero de buenísima calidad. Intento también concienciar a través de mis redes. Y, como consumidora, apoyo a pequeñas marcas que hacen ropa, bolsos, bisutería… Parece una tontería, pero ayuda muchísimo.


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