19 marzo 2013

El escultor zaragozano Alberto Gómez Ascaso exhibe su Voluntad de suerte en La Lonja

La sala de exposiciones de la Plaza del Pilar muestra desde el próximo viernes el trabajo de uno de las máximas referencias de la escultura figurativa en Aragón durante las últimas décadas. La muestra se compone de 47 obras que sorprenden por su elegancia y delicadeza, por su capacidad para atrapar la atención del espectador y mantenerlo en un estado de serena contemplación
Zaragoza, miércoles, 20 de marzo de 2013.- La sala de exposiciones municipal de La Lonja albergará desde el próximo viernes y hasta el 26 de mayo la exposición Alberto Gómez Ascaso. Voluntad de suerte. Un recorrido por la trayectoria artística de este escultor zaragozano, en activo y en plena madurez creativa, considerado una de las máximas referencias de la escultura figurativa en Aragón durante los últimos veinte años. La exposición está compuesta por 47 obras realizadas en bronce, escayola y poliéster y fibra de vidrio, que destacan en algunos casos por su envergadura, al ser superior al tamaño natural. Delicadas, elegantes, marcadamente estilizadas, las esculturas de Gómez Ascaso sorprenden por su capacidad para atrapar la atención del espectador y mantenerlo en un estado de serena contemplación. Por su quietud, por la fuerza simbólica de su presencia y el equilibrio de sus formas. La parte central de la exposición se compone de 15 figuras, reunidas en círculo, que dan título a la exposición, comparten una intensa carga simbólica y mitológica (Silencio, Creación, La chica del norte, El joven Dionisos, Venus sin espejo, Instante, Muchacha bañándose) y, a la vez, resumen la trayectoria escultórica del autor. El resto de la exposición cuenta con series de retratos o bustos conmemorativos (de María Moliner, Antonio Machado, Miguel Fleta, Salvador Allende, entre otros), obras públicas de carácter monumental, como Complicidad (Zaragoza), Gran caminante (Alcañiz), La suerte (Fraga) o Ilusión y La ciudad (Huesca), esculturas de tamaño medio sobre temas simbólicos y mitológicos como La pregunta por la libertad, Grande Chaumière, El regreso de Perséfone, y una pequeña serie de retratos de naturaleza privada, entre los que destacan los dedicados al escultor Manuel Arcón y al poeta Miguel Luesma Castán. La exposición cuenta con piezas cedidas por los ayuntamientos de Zaragoza, Huesca y Ejea de los Caballeros, el IES "María Moliner" de Zaragoza, coleccionistas privados y otras propiedad del artista. Una vida dedicada a la escultura Alberto Gómez Ascaso (Zaragoza, 1963) ha desarrollado a lo largo de las tres últimas décadas una intensa, fructífera y sobresaliente trayectoria en el ámbito de la escultura figurativa. Entre 1982 y 1985 fue alumno de la Escuela de Artes y de la Escuela de Magisterio de Zaragoza, donde se diplomó en la especialidad de Ciencias Humanas, pero su verdadera formación como escultor comienza en 1984 de forma prácticamente libre y autodidacta en el taller de escultura del Antiguo Matadero de Zaragoza, de cuyo grupo fundador formó parte. Tras conocer a Manuel Arcón y vivir una corta pero intensa estancia en Carrara (Italia), en 1987 Gómez Ascaso decide dedicarse profesionalmente a la escultura, oficio que ya nunca abandonaría. En 1988 inicia sus estudios en Filosofía al tiempo que emprende la búsqueda de un lenguaje formal propio, sobre todo mediante figuras femeninas de proporcional alargadas, de notoria delgadez y otros rasgos característicos que pronto identifican su trabajo. La primera mitad de los años 90 coincide con un apasionado interés por la anatomía, tratando de definir su propio sistema de proporciones siempre en pos de la estilización de las figuras. Poco a poco, Gómez Ascaso irá abandonando el uso de la piedra e incorporando materiales como el poliéster y la fibra de vidrio, avanzando aún más en su proceso de personal estilización. Sus figuras son cada vez más esbeltas, con una parquedad anatómica considerable y un notable ascetismo formal, que deriva en muchas ocasiones en un sereno hieratismo. La llegada del nuevo siglo coincide con una dulcificación del canon que se hace menos radical y menos extremo, enfatizando a partir de entonces el aspecto filosófico, ideológico e intangible de las obras.