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RUTA DE CAESARAUGUSTA

Imagen de restos romanos

De la Zaragoza romana se conocen una serie de edificios públicos, destacando el Teatro por ser el monumento mejor conservado de la ciudad.

Durante sus más de doscientos años de funcionamiento fue lugar de reunión, esparcimiento y vida social tanto de la ciudad como de su entorno, ejerciendo un importante papel como transmisor de los valores culturales, políticos y religiosos del Imperio romano.

Su ubicación en el punto más alto de la ciudad le permitía dominar un eje urbanístico monumental, desde el río Ebro al Coso, del que conservamos importantes restos arqueológicos musealizados: el Foro como centro neurálgico de la ciudad, el Puerto Fluvial como vía comercial, y las Termas Públicas como lugar para el aseo y el ocio. Los museos dedicados a cada uno de estos edificios, junto con las murallas romanas, configuran la Ruta de Caesaraugusta , un itinerario concebido como instrumento fundamental para conocer nuestro pasado romano.


ANTECEDENTES HISTÓRICOS

El descubrimiento del Teatro romano en 1972 fue un hallazgo fortuito, al iniciarse la construcción de un nuevo inmueble en la calle de la Verónica.

Construido en el siglo I e integrado dentro del tejido urbano, el teatro sobresalía del resto de las edificaciones como punto de referencia de un paisaje sustancialmente llano. Con el paso del tiempo la actividad teatral fue decayendo y durante la segunda mitad del siglo III el edificio sufrió el expolio de sus materiales, que se reaprovecharon para la construcción de la cercana muralla, ante un periodo de inestabilidad política.

De las etapas históricas siguientes, las estructuras arqueológicas mejor conservadas datan de época musulmana, cuando, tras varios siglos de usos diversos, el crecimiento de la medina llevó a la ocupación sistemática del solar mediante numerosas viviendas conectadas a través de un laberinto de calles.

En el siglo XIII, ya en época cristiana, el espacio que había ocupado el teatro quedó dividido por el cerramiento entre viviendas, que aislaban el barrio judío. Así permaneció hasta 1492 cuando, después de la expulsión de los judíos, se inició el progresivo ensanchamiento de plazas y la apertura de accesos al barrio.

En el siglo XVI el solar es testigo del esplendor económico y social de la Zaragoza renacentista. Numerosas iglesias se levantaron en sus inmediaciones e importantes familias escogieron la zona para construir sus residencias, destacando la Casa de Gabriel Zaporta y la Casa de Juan del Pueyo. Esta última experimentó una importante reforma en 1868, cuando ya pertenecía a la familia Guillén, adquiriendo el aspecto decimonónico que, con algunas modificaciones en el siglo XX, observamos en la fachada de este Museo.