Campana de los perdidos

Desde el siglo XVI la torre de la Iglesia de San Miguel emitía el sonido de treinta y tres rítmicas y acompasadas campanadas que ayudaban al ciudadano a encontrar el camino a casa; En la actualidad, se mantiene su toque de forma simbólica.

 Durante siglos los habitantes de Zaragoza trabajaban desde el amanecer hasta el anochecer a orillas del Huerva, recogiendo leña que vendían luego en la Plaza San Miguel. En invierno, y por la niebla producida por el río, a veces era difícil encontrar el camino de vuelta a la ciudad y algunas personas perecían por las altas temperaturas. Enero de 1529 fue especialmente frío, con grandes heladas y copiosas lluvias; varias personas perecieron extraviadas . Para evitar más desgracias la parroquia de San Miguel decidió poner una gran linterna en la torre cual faro guía. Pero las tormentas la apagaron así que los parroquianos solicitaron al jurado en cap que una de las campanas de la iglesia se tocara de media hora en media hora desde al crepúsculo hasta la medianoche y se fijara de nuevo una luz para guía. Se determino que el campanero tuviera habitación el la misma torre. Cuando se despejó la orilla del Huerva de arbustos y árboles, se suprimió la luz de la torre y comenzó a tocarse la campana de hora en hora hasta que desde 1 enero de 1725 se tocó ya a las 10 de la noche todo el año y tras los Sitios de Zaragoza, a las 9 en otoño e invierno y a las 10 el resto del año