Ayuntamiento de Zaragoza

Cementerio de Monzalbarba

Su historia

En la reja que cierra el arco de medio punto de la puerta de entrada una fecha, 1905, recuerda de manera escueta el año en el que se hizo el actual Cementerio de Monzalbarba. Sin embargo, para llegar a este momento se pasó por un largo y complicado proceso. Hagamos un poco de historia.

A mediados del siglo XIX, tanto el geógrafo Madoz en 1845, como la Visita Pastoral del arzobispo Gómez de la Rivas de 1849 coinciden básicamente en los datos que dan sobre el Cementerio de este lugar, entonces municipio independiente, situado en la margen derecha del Ebro y a la izquierda del Canal; ambas fuentes dicen que estba situado a unos 5 ó 6 minutos de la población, en dirección al Sur.

Entre 1877 y 1884 este lugar, de terreno llano y de regadío, cuya población entonces en torno a los 400 habitantes se dedica mayoritariamente a la agricultura, completada con la caza y la pesca, se integra en el municipio de Zaragoza pasando a convertirse en uno de sus barrios rurales.

Desde esta fecha en adelante, en el Archivo Municipal menudean las noticias sobre este Cementerio, su antigüedad, dimensiones, características y, sobre todo, su mal estado que obligará, después de un largo proceso de casi 20 años, de propuestas y diferencias entre el barrio y el Ayuntamiento de Zaragoza, a la construcción de un nuevo Cementerio, el actual, algo ampliado en época reciente.

En 1884 el alcalde del barrio, Telesforo Beltrán, se dirige al de Zaragoza comunicándole el mal estado de las Casas del Común y del Cementerio y la necesidad de su reparación. Nada se debió solucionar al respecto porque dos años después, en marzo de 1886, es el cura de Monzalbarba, Joaquín Fuertes, el que escribe al alcalde de Zaragoza rogándole encarecidamente la construcción de un nuevo cementerio porque el que tienen, además de ser pequeño, no se ajusta a la normativa legal en esta materia, diciendo de él de manera expresiva que "es mas bien que un Cementerio un sarcasmo a la muerte".


Historia del cementerio de Monzalbarba

Historia del cementerio de Monzalbarba

Este escrito del párroco y el informe que hacen después los técnicos municipales competentes en la materia ofrecen datos de interés sobre el Cementerio, cuya localización conocemos por el planito del Barrio que aparece en el Plano Parcelario del término municipal de Zaragoza de 1892 de Dionisio Casañal. Parece ser que se había construido en 1835, un año después del Cementerio de Torrero, respondiendo en su momento a la aplicación de las medidas higienistas, alejado del núcleo de población, a diferencia de los antiguos anejos a las iglesias y dentro del caserío. De superficie reducida, en torno a 630 m2, carecía de osario para recoger restos. Con los años el pequeño camposanto quedaría lindante con las últimas casas del barrio y en concreto con la Torre de Manuel Escudero Royo, comerciante y vecino de Zaragoza que en 1892 se queja de que parte de los nichos del cementerio están adosados a su medianería, con los consiguientes problemas de todo tipo que de ello se derivaban.

Durante todo este tiempo el deterioro del cementerio, de sus tapias derruidas y la escasez de espacio había sido objeto de denuncia por parte del alcalde pedáneo, del cura, y de los técnicos municipales que, con Ricardo Magdalena a la cabeza, reconocen sus malas condiciones, la falta de espacio y el inadecuado emplazamiento que tiene y en consecuencia la necesidad de construir uno nuevo.

Paralelamente se producen los intentos, durante años infructuosos de llegar a un acuerdo entre el Ayuntamiento de Zaragoza y el Barrio para su construcción. El proceso se inicia con un escrito del Ayuntamiento de mayo de 1886 instando a los vecinos de Monzalbarba a que presenten una propuesta que permita construir el nuevo Cementerio sin más gasto para el municipio que el coste del terreno. En julio los vecinos se reúnen para recaudar fondos y acordar las bases y condiciones del acuerdo recogidas en un acta que se envía al Ayuntamiento. En estas bases se establecía que la construcción la harían los vecinos, el Barrio cedería al Ayto el terreno del viejo Cementerio a cambio del terreno para el nuevo, se creaba una Comisión para las obras y se establecía un régimen de funcionamiento y tarifas.

Pasaran los años, mientras se suceden los escritos de unos y otros denunciando el empeoramiento de las condiciones del Cementerio, la progresiva ruina de sus tapias y la escasez de espacio agravada en años de epidemias, como 1898 con mayor mortandad a causa de la difteria y el sarampión. Pero el Ayuntamiento de Zaragoza no aprueba la propuesta del Barrio poniendo siempre como modelo a seguir los casos de Montañana o Casetas barrios en los que los vecinos construían el Cementerio nuevo en el terreno cedido, sujetándose al Reglamento y Tarifas aprobadas por la Corporación y con una pequeña subvención económica.

Y en este proceso de tira y afloja se llega a 1898, momento en el que Monzalbarba acepta las condiciones del concejo zaragozano, esto es, una subvención de 1.000 ptas. que complementarán con donativos de los vecinos, la ejecución de las obras por parte de los vecinos sujetándose al plano que haga el arquitecto municipal, y la propuesta de solicitar a la Condesa de Fuenclara la cesión de un terreno a tal fin.

El terreno que cede la Condesa, de 2.700 m2, se considera adecuado, presentando Ricardo Magdalena en febrero de 1899 el proyecto con una previsión para no tener que llegar a exhumar en diez años, con dos pequeños cementerios para no católicos a ambos lados de la entrada principal y con entradas independientes cada uno. Su espacio se ordenaba desde la puerta de entrada a partir de un anden principal longitudinal al final del cual el arquitecto situaba el Depósito de Cadáveres y el Osario, con otros dos andenes transversales y uno perimetral.

Historia del cementerio de Monzalbarba

El Pleno del Ayuntamiento el 24 de febrero autorizaba la construcción del nuevo Cementerio en el terreno cedido por la Condesa y de acuerdo al plano de Magdalena, con el cumplimiento de las condiciones recogidas en la memoria por parte de la Comisión encargada de las obras; se concedía la subvención de 1.000 ptas. y se facultaba a la Comisión de Policía Urbana y a la de Sanidad para acordar con los vecinos el Reglamento que regiría en el nuevo establecimiento como se había hecho con la Cofradía del Rosario de Montañana. Tanto el terreno como la obra que se ejecutará quedarán de propiedad del municipio que tendrá la inspección sobre el Cementerio que leyes y disposiciones vigentes le conferían.

Parecía que todos los problemas estaban resueltos, sin embargo los tramites y procesos se dilatan de manera que en enero de 1901 aun no se han empezado las obras. En junio la Comisión ve imposible ejecutarlas con 1.000 ptas. y las ayudas de los vecinos, solicitando que se les concedan otras 1.000, dadas las limitadas posibilidades del vecindario. Los técnicos municipales, aunque reconocen que el costo real de las obras excede las 4.000 ptas., informan negativamente por que de ello se pueden derivar rivalidades entre los barrios que originaría cargas onerosas para el Ayuntamiento, a pesar de lo cual el Pleno de 12 de julio les concede la ampliación de la subvención solicitada.

Pero, a pesar de que el estado del Cementerio es desastroso, las obras no se empiezan porque surgen otros problemas. Ahora es el terreno cedido por la Condesa que es una campo aislado sin acceso y la expropiación del camino, además de ser muy costosa cuenta con la oposición de su propietario Manuel Marraco, Diputado en Cortes, Gobernador del Banco de España y tres veces ministro en la II República.

Para sorpresa del Barrio, ante esta nueva situación el Ayuntamiento dice que orillen las dificultades y, si no es posible llegar a un acuerdo con el propietario del camino, que compren otro terreno. Los vecinos contestan que "aburridos por decirlo así" de tantas gestiones sin haber logrado dar solución al asunto, dejan todo a disposición del Ayuntamiento de Zaragoza, renuncian a la subvención de 2.000 ptas. y que sea el municipio quien resuelva, como en justicia le corresponde.

El Barrio aun va más lejos: al ver que el tiempo transcurre, la situación del viejo cementerio empeora y no se llega a ninguna solución, en agosto de 1904 comunica al Ayuntamiento que, además de renunciar a la subvención de 2.000 ptas., están dispuestos a dar ellos otras 1.000 ptas. al municipio para que sea el Ayuntamiento de Zaragoza quien construya el nuevo Cementerio, siempre que luego nos se les imponga ningún arbitrio ni cargo alguno a los vecinos. Mientras, se plantea la posibilidad de otros terreno propiedad de Cosme Carbonel, vecino de Sobradiel.

En esta tesitura, se suceden escritos y comunicaciones de una y otra parte hasta que a comienzos de 1903 y tras reconsiderar los vecinos su postura, el pleno de 30 de enero de 1903 aprueba que se mantenga la subvención de las 2.000 ptas., se dé cuenta de qué terreno se va a utilizar y se les concede un último plazo de 6 meses para seguir inhumando en el viejo cementerio.

Y siguieron las discrepancias entre unos y otros. En abril de 1904 el barrio sigue insistiendo en que sea el Ayuntamiento quien lo construya, que ellos ya han contribuido de manera extraordinaria con la adquisición del terreno (de la que parece existir documento privado de compraventa). En mayo el Pleno municipal aprueba un ultimatum con tres opciones: o lo ejecutan los vecinos con la subvención dicha, o lo hace el Ayuntamiento cobrándoles luego los arbitrios correspondientes por inhumación, o se clausura el viejo cementerio y el Barrio tendrá que inhumar en Torrero.

Pero aun hubo que esperar y pasará mas de un año hasta que el entonces alcalde de Monzalbarba Antonio Alcaya comunica que, por fin, en agosto de 1905 las obras del Cementerio han comenzado y solicita que se pague urgentemente la segunda parte de la subvención. El 16 de noviembre de 1905 las obras estaban terminadas, inaugurándose solemnemente el 2 de febrero de 1906.

El nuevo Cementerio de Monzalbarba, ejecutado por los propios vecinos con la supervisión municipal, se construyó simplificando el proyecto por razones obvias. En 1904 el propio Ayuntamiento estima el coste real de las obras en 7.000 ptas., disponiendo el barrio solo de la subvención de 2.000 ptas., después de haber pagado los vecinos el terreno.

El nuevo Cementerio, que había iniciado su andadura en 1905, en 1913 presentaba problemas en las tapias, realizándose las obras necesarias dirigidas por el arquitecto municipal José de Yarza.

A parte de la construcción de un panteón en 1929 (algo poco frecuente en los Cementerios de los barrios) por Felipe Gracia, que vive en la torre de San Juan en la Carretera de Alagón, prácticamente no hay noticias en la documentación municipal desde este momento sobre este Cementerio que mantiene sus características y dimensiones hasta época reciente, ampliándose entre 1987 y 1998 con la incorporación del espacio de forma triangular anejo. Previamente y a lo largo de los años se habían ido haciendo manzanas de nichos en todo el perímetro como forma de ampliar su espacio útil, pensado en origen solo para sepulturas en tierra, siendo las últimas posteriores al año 2006.

DESCRIPCIÓN

Gestionado por la antigua Cofradía de San Blas, desde la década de los años 40, el Cementerio de Monzalbarba está orientado NW-SE y tiene hoy una superficie total próxima a los 4.000 m2 como resultado de la ampliación reciente de los años 80-90 del pasado siglo XX que se hace al Cementerio de 1905.

En su ejecución, proporciones y características se siguen las pautas marcadas en el proyecto por Magdalena, (pensado para el terreno de la Condesa), simplificadas en algunos aspectos por razones económicas. De planta rectangular en origen, hoy ampliada en el lado Este, se ordena la parte antigua a partir de dos andadores que se cruzan, el mayor desde la puerta de entrada hasta la Capilla (en origen Deposito y Osario). El andador perimetral sirvió para construir las manzanas de nichos adosadas a las tapias. Probablemente los pequeños Cementerios para no católicos no se ejecutaran por las mismas razones de economía.

El cerramiento exterior de tapial reforzado por pilares de ladrillo está recrecido como trasera de las manzanas de nichos y la entrada al recinto se hace por una sobria puerta en arco de medio punto ejecutada en ladrillo macizo visto, jambas y rosca, enmarcado en la parte superior enmarcado en la parte superior por un muro e rematado en tejaroz, componiendo una forma de alfiz. Todo ello se remata por una cruz de hierro sobre un pequeño basamento también de ladrillo. Sobriedad no exenta de elegancia.

En su bien cuidado interior, en el último sector a mano derecha cabe destacar tres enterramientos. En primer lugar, el panteón de la Familia Gracia ejecutado en 1929 por Felipe Gracia, con una decoración monumental en piedra, sobre la que se alza una representación escultórica del Sagrado Corazón, en una iconografía característica de la que se conservan distintas variantes en el Cementerio de Torrero. De carácter anónimo ofrece una buena ejecución y esta bien conservado.

Interesante es también la sepultura de Felipe Carbonell que fue alcalde del Barrio en 1903-1904 de la que no se han localizado datos de su contratación. También ejecutada a la moda urbana de Torrero y con carácter monumental, está bien conservada y destaca en ella la calidad de la guirnalda de flores que permitiría relacionarla con el taller de los escultores Buzzi y Gussoni.

Al fondo, junto a la sencilla construcción de la Capilla-Depósito-Osario, se sitúa la tumba del que fuera párroco de Monzalbarba Miguel Marín Martín, muerto en 1951, al que la Barrio recuerda en su viario dedicándole una calle donde estuvo el Antiguo Fosal o Cementerio.

Por último entre las lápidas antiguas destaca la de Pantaleón Conesa, placa cerámica en la que con poética inscripción sus deudos ruegan una oración al visitante, recordándole la condición inexorable y cruel de la muerte.

Historia del cementerio de Monzalbarba



Historia del cementerio de Monzalbarba

Historia del cementerio de Monzalbarba

Texto redactado por:
Mª Isabel Oliván Jarque.
Patrimonio Cultural Urbanístico

FUENTES DOCUMENTALES

  • Archivo Diocesano de Zaragoza
  • Archivo Municipal de Zaragoza
  • Junta Municipal de Monzalbarba

BIBLIOGRAFÍA

  • ADIEGO ADIEGO, E. y otros: Zaragoza. Barrio a barrio, vol. 4. Zaragoza 1984.
  • CORONA, I. y otros: Zaragoza. Barrio a Barrio. Ed. Prensa Diaria Aragonesa S.A.Zaragoza 1992.
  • RODRIGO ESTEVAN, Mª L.: "Barrios rurales de la ciudad de Zaragoza" en BELTRÁN
  • MARTÍNEZ, A.: Zaragoza. Calles con historia. Ed. Prensa Diaria Aragonesa, S. A.Zaragoza 1999.