Ayuntamiento de Zaragoza

Cementerio de Montañana

Su Historia

Montañana es uno de los barrios rurales de Zaragoza situado en la margen izquierda del Ebro, a unos 5 km. del centro de la ciudad. Su topónimo parece derivar de un nombre romano, Montanus, y se cita en la documentación por primera vez en 1176 al referirse a un tal Don Arremón de Montañana. En la edad media este núcleo pertenecía al gran alfoz o término de Zaragoza, con unas huertas regadas por las acequias del Gállego y consideradas durante siglos como las mejores de la zona. Este núcleo de población dispersa pasó a depender administrativamente de Zaragoza en 1860 y en el último tercio del siglo XIX se inició el proceso de su industrialización.

EL CEMENTERIO DE MONTAÑANA Y LA COFRADÍA DE NTRA. SRA. DEL ROSARIO

Con motivo de la Visita Pastoral de 1849, el entonces párroco de Montañana, Antonio Casanova, informa que este pequeño municipio estaba situado en terreno llano y de regadío y contaba con una población de 700 habitantes, se componía de diferentes casetas, ventas, dos molinos y torres, algunas de ellas a más de dos horas de la parroquia dedicada a Ntra. Sra. del Rosario, iglesia junto a la cual se adosaba el Cementerio. El Libro de Actas de la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario, fundada en Montañana el 4 de noviembre de 1821, para encargarse de enterrar a los difuntos de esta localidad y el socorro de los cofrades enfermos, recoge que desde 1836 el Cementerio del barrio, que tenía una superficie de 3 a. y 50 ca. (unos 350 m2), pertenecía a la Cofradía, institución que en 1856 se planteaba ya su ampliación en terreno que había cedido para tal fin la viuda de Manuel Mené completado con otros comprados por la Cofradía con las limosnas recogidas y con fondos de la propia institución.

Pero por otros datos posteriores sabemos que esta ampliación no se llegó a hacer. El caso es que en 1875 los vecinos del ya barrio de Zaragoza, con su alcalde al frente se dirigen al Ayuntamiento de la ciudad planteando la urgente necesidad de construir un nuevo cementerio porque el que tienen es insuficiente para la población de 2.000 habitantes de Montañana en ese momento y por las malas condiciones que presenta: está pegado a la iglesia, en el centro de la localidad, junto a las escuelas a las que asisten 100 niños y niñas y a la venta de carne de la localidad, en una zona en la que también se reúnen los jornaleros a diario para su contratación.

Confirmada por los técnicos municipales la situación de urgencia se pone en marcha el proceso para la construcción de un nuevo camposanto para el barrio. Pero las características del suelo, la situación de los caminos de accesos y la condición de habitat disperso de su población, dificultaron encontrar un terreno que cumpliera con los requisitos necesarios dispuestos por la legislación. Se valoraron varias opciones que se fueron desechando por un inconveniente u otro. Primero se pensó en un campo llamado de San Antón, de la Torre de los Escolapios, después una propiedad de Antonia Ortiz viuda de Ascaso, después otro terreno propiedad de Juan Camerano. Mientras, iban pasando los años y aumentando los problemas hasta el extremo de que en agosto de 1884 el médico del barrio solicitaba que se autorizase a inhumar en el Cementerio de Torrero en tanto se solucionaban los problemas para construir el nuevo camposanto del barrio, dadas las condiciones del viejo.

Paralelamente a esto, la documentación municipal nos ofrece bastante información de la características y situación del Cementerio de Montañana el año 1880, en el que en cumplimiento de una Orden del Gobernador Provincial, los responsables de los distintos cementerios existentes en el término municipal de Zaragoza tienen que informar sobre el estado y situación de aquellos. En este caso es el cardenal-arzobispo de Zaragoza Manuel García Gil el que informa en julio de ese mismo año, que el Cementerio está en el centro de la población, tiene una extensión de unos 300 m2 y cuenta con deposito de cadáveres, pertenece a la parroquia y lo administran el cura y el alcalde.

Pero mucho más interesantes y precisas son las descripciones que de él tenemos de la Comisión de técnicos municipales competentes en esta materia (un arquitecto, un ingeniero, un médico y un farmacéutico), de 1883 reiterando su mala situación aunque ya hablan de que se proyecta la construcción de uno nuevo fuera del pueblo. Mucho más completa y minuciosa es la descripción que hace poco después en ese mismo año el cura de Montañana que va repasando una por una todas sus características y circunstancias que, por si hasta ahora no había quedado claro, ponían de manifiesto absolutamente que el cementerio del lugar era antiguo y no cumplía en absoluto con los mínimos requisitos de salubridad e higiene que establecían las normas y leyes en esta materia, para concluir diciendo que ?está en el más absoluto abandono y en las peores condiciones de capacidad y sostenimiento?

Es decir, el pequeño Cementerio de Montañana hasta ese momento mantenía la situación que tradicionalmente se había dado, junto a la parroquia, adosado a la propia iglesia, e incumplía por tanto la legislación higiénico sanitaria que se había ido promulgando a lo largo del siglo XIX (y en concreto la R.O. de 19 de mayo de 1882) que fijaba con precisión las condiciones físicas y características que debían cumplir los cementerios españoles en ese momento.

Cementerio de Montañana. Plano de Casañal

Finalmente, en septiembre de 1884 se elegía un terreno propiedad de la Condesa de Bureta, en el término de Mamblas, que lindaba por el Norte con la fábrica de Villarroya y Castellano y con la carretera de Peñaflor, al Oeste con el núcleo de población y al Sur y Este con dos pequeñas casas de campo. En diciembre el Ayuntamiento de Zaragoza compraba el terreno a la Condesa por 1.500 ptas. a pagar en cinco plazos (el primero a la entrega del terreno) y el 31 de diciembre se firmaba el Convenio entre el Ayuntamiento de Zaragoza y la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario a la que, como ya se ha dicho, pertenecía el Cementerio desde 1836.

En el Pleno de 7 de enero de 1885 la Corporación Municipal de Zaragoza aprobaba el Convenio firmado entre el Ayuntamiento y la Cofradía el 31 de diciembre de 1884. Por medio de ese Convenio el Ayuntamiento cedía a la Cofradía un terreno adquirido a la Condesa de Bureta para el nuevo Cementerio, cuya construcción y conservación correrían a cargo de la Cofradía bajo la supervisión municipal. A cambio, la Cofradía cedía al Ayuntamiento los terrenos del viejo cementerio, reservándose una pequeña parte junto a la iglesia de 50 m2 destinada a acoger sus espacios sociales: Sala de Juntas, conservación de sus efectos propios, etc. Las obras deberían estar concluidas antes del 1 de julio. El cobro de derechos de enterramiento y demás tarifas quedaban para la Cofradía que en adelante se encargaría de la gestión del nuevo Cementerio de Montañana.

El 11 de febrero se hacía el replanteo del terreno, el 25 de marzo se comenzaban los cimientos y el 31 de mayo el cura del barrio Manuel Genzor comunicaba que la obra estaba acabada y que la bendición del mismo sería el 15 de junio día del Corpus Christi, solicitando al ayuntamiento de Zaragoza que se le facilitasen 24 o 30 gallardetes con el escudo para adornar el edificio.

El hecho es que Montañana, como ya habían anunciado los técnicos municipales, estrenaba nuevo cementerio en 1885 construido, de acuerdo a las leyes vigentes en esta materia, por la Hermandad del Sacratísimo Rosario, fundada como Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario en noviembre de1821, como ya se ha dicho.

Por una documentación posterior y por un curioso plano dibujado por los propios vecinos miembros de la Junta de la Cofradía, sabemos que este cementerio moderno tenía planta rectangular de 24,53 x 47,30 (1.1160,27 m2); la mayor parte de su espacio se destinaba a Cementerio Católico y dos pequeños espacios (de 160 m2 entre los dos) a Departamentos Civiles o cementerio no confesional, con entrada independiente cada uno de ellos, y situados a ambos lados de la entrada principal. El depósito de cadáveres se situaba al Sur.

Pero en 1903 la Junta de la Hermandad se dirige al Ayuntamiento de Zaragoza exponiéndole la necesidad de ampliación del cementerio por el incremento considerable que había tenido la población del barrio desde el inicio de su industrialización con la instalación de la fábrica de papel de Villarroya y Castellano que en 1900 se constituyó en Sociedad Anónima, conocida después como la Montañanesa. Es ahora cuando se presenta el planito del cementerio existente con la ampliación que ellos prevén razonable, unos 720 m2, en el que se representan los edificios más próximos, entre ellos la Fábrica de Papel.

La ampliación realmente necesaria con una población con alto índice de crecimiento, ofrecía dificultades considerables para cumplir la ley de 16 de julio de 1888 por el habitat disperso del lugar con excesiva proximidad de casas y hasta de la fábrica de papel al Cementerio y las numerosas acequias y brazales que riegan la zona.

Los técnicos municipales estiman en este momento que la ampliación prevista es escasa y que debe ser al menos de 900 o 1000 m2 teniendo en cuenta la población en crecimiento del barrio, haciéndola por la zona Oeste o Norte, si el terreno lo permitía o por el Sur como proponía la Hermandad, naturalmente para ampliarlo por la parte más alejada de los edificios existentes en la zona. Además, una vez ampliado, el Cementerio deberá tener obligatoriamente, tal como establece la ley, capilla, deposito de cadáveres y departamento para no católicos. Y esta es la solución que se aprobó en la Sesión Plenaria Ordinaria de diciembre de 1903, comunicándoseles a los interesados el último día del año.

Esta primera ampliación se hizo en 1905 tras adquirir la Cofradía el 30 de abril un terreno de tres hanegas de tierra en la parte sur del Cementerio al Marqués de Montemuzo. El plano topográfico de Dionisio Casañal de 1912, pese a ser muy poco detallado, recoge esta ampliación prevista en el proyecto de la Hermandad de 1903.

Una excelente fotografía aérea de la Confederación Hidrográfica del Ebro de 1927 muestra que el Cementerio de Montañana está siendo objeto de una segunda ampliación, (está sin ejecutar el cerramiento del lado Sur) prolongándose en la misma dirección que la anterior, logrando seguramente las dimensiones que se recogen en una ficha del inventario municipal de 1930.

En 24 de mayo de 1946 la Cofradía adquiere nuevamente al Marqués de Montemuzo otros terrenos para ampliación del Cementerio, tal como se había acordado en la Junta General celebrada unos días antes, en la que entre otros extremos se establecía que las obras se harían por concurso entre los albañiles matriculados en Montañana y Santa Isabel, barrio cuya parroquia dependió hasta 1961 de la de Montañana, estando secularmente vinculadas ambas localidades.

Esta tercera ampliación viene ya recogida en el plano del Instituto Geográfico y Catastral de marzo de 1949, Término municipal de Zaragoza, Pol. 15, Hoja 1º, en el que el Cementerio del Barrio de Montañana tiene las mismas dimensiones que en la actualidad.

DESCRIPCIÓN

El Cementerio del Barrio de Montañana, propiedad de la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario, tiene una planta rectangular muy prolongada, orientada NE-SO, con un pequeño apéndice en la parte SE, destinado a patio y almacén, y una superficie interior en torno a los 4000 m2.

Gestionado por la Junta de la Cofradía, presidida por el párroco, este Cementerio sorprende por su imagen eminentemente urbana, más relacionada con algunos sectores del Cementerio de Torrero que con los cementerios de barrios rurales o de pequeños núcleos de población.

Cementerio de Montañana

A través de una portada ejecutada en ladrillo de inspiración historicista con puerta de hierro con reminiscencias del art decó en su diseño, se accede al recinto del Cementerio, rodeado en todo su perímetro por galería porticada que acoge manzanas de nichos y capillas. Tanto la galería como algunas de las capillas, ejecutadas en ladrillo visto responden al estilo historicista del Cementerio de Torrero, que siguiendo las pautas de Magdalena realizan otros arquitectos municipales posteriores, como por ejemplo Marcelo Carqué, en los años 40 y 50. Más moderna es la manzana central, delante de la cual se abre un diáfano espacio, en el que aun se puede ver el cerramiento de forja de laguna sepultura antigua.

Cementerio de Montañana

Cementerio de Montañana

 

La capilla esta situada, a mano derecha, nada más atravesar la puerta al recinto. Relativamente espaciosa (entorno a los 50 m2), tiene planta rectangular y conserva el retablo neogótico probablemente de la época de la ampliación de 1903-1905.

De entre las representaciones escultóricas de capillas y lápidas funeraria, cuenta este cementerio con obras de interés algunas de ellas firmadas, como la de la familia Pomar París-Frontiñan, del ?escultor F. Royo? en la que se representa la Resurrección de Cristo en una escena en bajorrelieve en la que el Ángel enseña el sepulcro vacío a la Santas Mujeres, en una iconografía que se puede ver en varias sepulturas del Cementerio de Torrero.

Infrecuentes por su iconografía son dos obras de Sánchez Fustero, una representando a San Miguel que domina a Satanás sujeto con una cadena, (Familia Gracia Murillo) y la otra en la que un ángel se acerca a Cristo crucificado recogiendo en un cáliz la sangre de su costado, volando sobre la bestia que representa al Demonio, sobre un fondo de flores y hojas de la Pasión (Familia Olmos Quílez), la primera de ellas siguiendo textos del Apocalipsis.

Cementerio de Montañana
Cementerio de Montañana
Cementerio de Montañana
 

FUENTES DOCUMENTALES

  • Archivo Diocesano de Zaragoza
  • Archivo Municipal de Zaragoza
  • Archivo Parroquial de Montañana
  • Junta Municipal de Montañana

BIBLIOGRAFÍA

Texto redactado por Mª Isabel Oliván Jarque
Patrimonio Cultural Urbanístico